El tiempo para detener una crisis climática galopante se está acabando rápidamente. Los ciudadanos europeos y de todo el mundo sufren cada vez más fenómenos meteorológicos extremos como sequías, olas de calor, inundaciones e incendios forestales. Mientras tanto, la pérdida de ecosistemas y biodiversidad continúa a buen ritmo, poniendo en peligro nuestros medios de vida y amplificando aún más los efectos de la emergencia climática. Para complicar aún más las cosas, nos enfrentamos a los efectos duraderos de la pandemia de la Covid-19, la guerra en nuestras fronteras y una crisis del coste de la vida impulsada por nuestra dependencia de los combustibles fósiles.
En estos tiempos difíciles, las elecciones europeas de 2024 brindan la oportunidad de plantear una respuesta coherente y ofrecer a la ciudadanía la esperanza de un futuro más seguro y equitativo. Con las acciones adecuadas, los líderes políticos tienen el poder de mejorar el bienestar y la seguridad de las personas en todo el mundo y aumentar la autonomía y la resiliencia de Europa.
En 2019, las elecciones de la UE desencadenaron el inicio del Pacto Verde Europeo, un paso significativo para abordar la doble crisis climática y de biodiversidad. Tras las elecciones de la UE de 2024, los líderes políticos deben basarse en esta visión y garantizar que todos los sectores y sistemas formen finalmente parte de la transición verde.
En los próximos cinco años, la UE debe dar prioridad a un rediseño fundamental de su economía para reducir más rápidamente nuestra dependencia de los combustibles fósiles y aprovechar plenamente los beneficios de unos ecosistemas sanos. Esto incluye abordar las desigualdades y garantizar que las comunidades más vulnerables y las pequeñas empresas no soporten las cargas más pesadas de la acción por el clima y la naturaleza. La vida sostenible debe ser fácil, asequible y atractiva para todos.
Los dirigentes deben poner fin a los temerarios llamamientos a una "pausa" en la adopción de nuevas medidas medioambientales y a la defensa de la desregulación, ya sea en materia de naturaleza o de clima. Tales acciones ponen en peligro la seguridad y el bienestar de las personas, y están fuera de lugar, ya que los esfuerzos mundiales realizados hasta la fecha son lamentablemente insuficientes y seguimos muy lejos de cumplir los compromisos internacionales para mantener el calentamiento global en 1,5 ºC y detener y revertir la pérdida de naturaleza.